miércoles, 8 de junio de 2011

Siglo XVIII


A partir de 1715 surgió el estilo refinado que se conoce con el nombre de rococó, caracterizado por una estética artificiosa que en ocasiones llegaba al exceso y la frivolidad. La corte francesa marcaba la moda y las tendencias, y numerosos pintores captaron este tipo de indumentaria, como Jean-Antoine Watteau o Maurice Quentin de la Tour. En la última década del siglo las tendencias cambiaron como consecuencia del triunfo de la revolución, adoptando una nueva estética como símbolo de los nuevos valores políticos y sociales.

Siglo XVII

En el siglo XVII no tuvieron lugar otros cambios en la vestimenta femenina que los producidos por los vaivenes de la moda. Se siguió llevando el corsé en forma de cono con el talle más alto o más bajo según la moda. A finales del siglo apareció el traje suelto o mantua (derivado del nombre de la ciudad del norte de Italia) anunciando un cambio que se produciría en el siglo siguiente.
El atuendo masculino sufrió el cambio más radical de la historia moderna. A principios de siglo los hombres seguían llevando las prendas de finales de la edad media (casaca, calzones, calzas y capa) y una capa circular, aunque durante la primera mitad del siglo se impuso la casaca como prenda militar o de viaje. La casaca seguía siendo una capa pero constaba de dos piezas delanteras, dos piezas traseras y dos piezas para los hombros. Las partes delanteras y traseras se abotonaban para formar el cuerpo y las piezas de los hombros formaban las mangas. Este práctico invento dio lugar más tarde al tradicional traje de montar a caballo. En el siglo XVIII, después de algunos cambios, pasó a ser el traje actual y más tarde se convirtió en el chaleco. Hacia 1680 el atuendo masculino ya tenía la apariencia actual excepto en el uso de calzones en lugar de pantalones.
La peluca, excentricidad que alcanzó su máximo apogeo en el siglo siguiente, fue introducida por Luis XIII para ocultar su incipiente calvicie (después de haber puesto de moda su magnífica cabellera rizada) y figuró durante más de un siglo como prenda indispensable en el guardarropa de todo caballero. La peluca, empolvada en blanco o gris, grande y aparatosa o pequeña y sencilla, sustituyó al pelo natural de los caballeros y fue utilizada en los actos sociales hasta la llegada de la Revolución Francesa, en la corte otros treinta años más y en los tribunales de justicia de Gran Bretaña hasta hoy.

Renacimiento


Las prendas típicas del renacimiento se desarrollaron en Italia, de donde, a raíz de la invasión de Carlos VIII de Francia en 1494, se extendieron al resto de Europa. No está claro por qué la moda italiana, bastante más sencilla, se desarrolló de forma independiente al resto de Europa, pero parece probable que esto se debiera a su clima más cálido. La túnica de cuello bajo y la camisa en el hombre, y las capas igual de sencillas y también de cuello bajo en la mujer (denominada capa Julieta) ejercieron un efecto breve pero intenso en la evolución del vestido europeo en general. Hacia 1620 había desaparecido la sencillez, y la línea vertical de las prendas medievales fue sustituida por la línea horizontal del traje del renacimiento. Al tiempo que se producía este rápido cambio de estilo, irrumpió en Europa la moda del "acuchillado". Esta tendencia, que probablemente tuvo su origen en el sur de Alemania y que perduró hasta el siglo XVII, consistía en unas aberturas semejantes a cuchilladas en el tejido exterior que dejaban ver una tela distinta por debajo.
Tal vez el desarrollo más interesante de esta época fuera la utilización, o al menos la exposición, de las camisas por parte de hombres y mujeres. Una vez que la camisa quedaba a la vista, tenía que ser adornada; los ribetes de encajes y volantes en cuello y mangas se convirtieron en menos de 50 años en gorgueras historiadas y almidonadas que estuvieron de moda durante otros 100 años. Estos cuellos, almidonados o no, evolucionaron hacia la chorrera.
Durante el renacimiento el único cambio importante en la indumentaria masculina, aparte de una mayor ornamentación, fue el alargamiento de los calzones, que, como era normal, iban muy adornados por quedar a la vista. Por otra parte, la mujer fue luciendo unas prendas cada vez más restrictivas. A principios del renacimiento apareció un corsé largo y rígido en forma de cono, más largo por la parte delantera, que oprimía la anatomía de la mujer. Antes se había utilizado el corsé para realzar la figura pero nunca para distorsionar de tal manera las formas femeninas, ya que el pecho era obligado a sobresalir por encima del corsé. A partir de la Revolución Francesa (1789-1799) la moda varió enormemente pero la práctica de distorsionar la figura de la mujer persistió. Aunque la rigidez del corsé se vio algo aliviada al sustituirse las guías metálicas por huesos de ballena, la moda se hizo algo más incómoda por la costumbre de dar volumen a las faldas con la adición de armazones que podían ser desde bolsas de salvado hasta complicadas armaduras metálicas.
Aunque en el renacimiento las prendas básicas siguieron siendo las mismas que las de la edad media, el estilo relativamente natural fue sustituido por formas complicadas, encajes y forros que proporcionaban un aspecto de rigidez. Esto era, en parte, consecuencia del extremado formalismo de las cortes tradicionales de los Habsburgo del Sacro Imperio Romano, especialmente de la casa de Austria en España. Los escasos intentos por eliminar esta rigidez en la moda europea no fueron seguidos por la corte española, como lo demuestran las enormes faldas armadas de los retratos de la familia real del pintor barroco Diego Velázquez.

Finales de la edad media: época románica y gótica

Con la invasión árabe en España y el suroeste de Francia, y la conquista normanda de Sicilia llegaron a Europa abundantes y diversos materiales orientales. Pero el gran cataclismo de la moda se produjo en el siglo XII con las Cruzadas. Los cruzados, hombres y mujeres, trajeron a su vuelta no solo nuevos tejidos como sedas, damascos y terciopelos de brillantes colores y complicadas tramas, sino también nuevos estilos. Las calzas sustituyeron a los pantalones y las prendas se adornaron con joyas, bordados y pieles

Principios de la edad media

Poco se conoce de los efectos que tuvieron sobre la forma de vestir europea los amplios movimientos tribales de principios de la edad media. Las primeras invasiones teutónicas supusieron la introducción de los pantalones en Roma. Los teutones, a su vez, adoptaron la forma de vestir romana, lo mismo que los galos y los bretones, al menos los más ricos. Las últimas invasiones parece que modificaron profundamente la forma de vestir de aquella época, pero no se conserva ninguna evidencia de ello. Los primeros ejemplares de vestido que se conservan datan de la época en que se sustituyó la costumbre romana de incinerar a los muertos por la de enterrarlos, época que además coincidió con una cierta estabilidad política.
Cuando los carolingios dominaron gran parte de Europa y Carlomagno fue coronado emperador del Sacro Imperio Romano Germánico en el año 800 d.C., parece que se adoptó una forma de vestir relativamente uniforme en Europa. La indumentaria del emperador Carlomagno, importada casi con seguridad de Constantinopla, era muy semejante a la del emperador bizantino. A diferencia de aquel, Carlomagno solo lucía esta ropa en ocasiones oficiales. Su atuendo cotidiano, registrado por sus contemporáneos, consistía en una bajotúnica, una sobretúnica, con un ribete de seda de color, y calzones o pantalones sujetos en la rodilla, así como un manto semicircular sujeto en el hombro y forrado de piel en invierno y un bonete de tela.
Las pinturas de la época muestran a otros monarcas europeos con vestimentas similares. Las damas de la corte llevaban una túnica larga con la cabeza cubierta y encima una sobretúnica sujeta por un cinturón. Esta última a menudo llevaba adornos en el cuello, las mangas y el bajo. Un manto hasta los pies se sujetaba debajo del mentón y un velo ocultaba el cabello.
Estas prendas formaban la indumentaria básica de la aristocracia europea de la edad media e incluso, aunque con algunos cambios, la de las clases bajas hasta el renacimiento a principios del siglo XIV. Carlomagno no utilizaba la capucha, prenda característica del pueblo, cuyos orígenes parece que se remontan a la edad del bronce y que se sigue utilizando hoy día principalmente en ceremonias y en climatologías adversas. A lo largo de los 300 años siguientes parece que la moda no cambió mucho, aunque se aprecia un mayor énfasis en realzar las formas físicas. La primera Cruzada, iniciada en el año 1095, fue el catalizador que produjo el cambio en la forma de vestir que marcaría la división entre principios de la edad media y la época románica.

Bizancio

En el Imperio bizantino del siglo VI el cambio más notable respecto a la forma de vestir romana fue la introducción de los bordados, flecos, orlas y adornos de estilo oriental. Los emperadores romanos se habían convertido al cristianismo y en el Este el máximo poder lo ocupaban la Iglesia y el Estado, por lo que la indumentaria de la corte se hizo más seria y de apariencia cada vez más rígida. La creciente influencia oriental puede apreciarse en los trajes de corte. El cambio más claro fue la introducción del manto semicircular sujeto en el hombro derecho y más tarde el caftán persa y el traje asirio de manga larga. Ambos eran tal vez formas originales de la indumentaria de la corte rusa, que sufrió pocos cambios hasta la occidentalización del país a principios del siglo XVIII realizada por Pedro I el Grande.
La forma de vestir bizantina es única en la tradición occidental por haber evolucionado al margen del atractivo sexual o la utilidad. Los trajes de corte se confeccionaban según las pautas del libro de ceremonias imperial, y todos, desde el emperador hasta al funcionario de rango más bajo, vestían de acuerdo a este reglamento.

Historia del vestido occidental

Tradicionalmente la historia medieval comienza con la caída del Imperio romano de Occidente en el 476 d.C. Sin embargo, la transición de la época clásica a la medieval en la historia del vestido se hizo poco a poco. El Imperio bizantino se mantuvo durante otros 1.000 años con una clase alta que mantenía la túnica como prenda básica de vestir. En Occidente, las diferentes invasiones de pueblos del norte introdujeron los pantalones, las túnicas ajustadas y las capuchas, pero pasarían 300 años antes de que surgiese un estilo occidental documentado como resultado de la fusión de la forma de vestir romana y las maneras del norte de Europa. Durante este periodo solo en el Imperio bizantino existía riqueza y estabilidad política, premisas indispensables para que se produjera una continuidad de estilo y un corpus importante de documentación pictórica.

China antigua

La seda, utilizada en China ya en el siglo XXVII a.C., prácticamente fue un monopolio nacional durante siglos. Este material, especialmente adecuado para el clima de Asia oriental de veranos húmedos, podía forrarse con pieles en los meses de invierno. Los escritos de Confucio del siglo VI a.C. incluyen referencias a las normas de vestir para, por ejemplo, recepciones oficiales o periodos de luto. Las primeras representaciones de vestidos chinos, de la dinastía Han (206 a.C.-220 d.C.), muestran trajes largos con amplias mangas y ceñidos en la cintura, así como chaquetas y pantalones para ambos sexos. El estilo chino de trajes cortesanos llegó pronto a Corea y Japón, avalado por el prestigio de esta civilización.

India antigua

La forma de vestir en la India, por su vinculación desde un principio a las castas, estaba perfectamente diferenciada. La saya o dhoti y el sari de las mujeres aparecen en esculturas del siglo II a.C. y se cree que ambos sexos llevaban prendas sujetas a la cintura y con la parte superior al descubierto. Los hombres llevaban turbantes y las mujeres lucían largos pañuelos a la cabeza y abundantes joyas. Esta forma de vestir permaneció invariable hasta la conquista musulmana de India en el siglo XII d.C.

Griegos y romanos

El origen del vestido tradicional de griegos y romanos no está claro. Los primeros habitantes de la parte occidental de Asia Menor y de la península griega llevaban una especie de calzas y una túnica con mangas similar al traje persa, lo que indica su origen más norteño. En las civilizaciones griega y romana se desarrolló un traje extremadamente sencillo y cómodo formado por el quitón, la clámide y el peplo. El quitón, la prenda base, era corto en el hombre y hasta los tobillos en la mujer. Estaba formado por un rectángulo de tela sujeto o cosido en los hombros y que se ceñía a la cintura con un cinturón o cíngulo. La clámide era una capa corta doblada o sujeta en un hombro que a menudo se llevaba como única prenda; era sustituida en invierno por un manto más largo, el himatión. La mujer vestía el peplo, la versión femenina de la clámide, que iba sujeto a la cintura y tapaba los tobillos. Con el paso de los años esta prenda se fue haciendo cada vez más suntuosa en cuanto a tejidos, colores y adornos.


 
Los primeros romanos llevaban la túnica, semejante a una camisa, y la toga, prenda característica de Roma que se mantuvo como traje oficial y de ceremonia a lo largo de la República y hasta finales del Imperio romano de Occidente. La toga, aunque similar a la clámide o al himatión griego, era una pieza de lana de forma oval mucho más amplia que estas, medía aproximadamente tres veces la altura de la persona, se doblaba a lo largo y se drapeaba de forma estudiada. En el Imperio de Occidente esta prenda llegó a quedar finalmente reducida a una tira de tela, la estola. La túnica (que sobrevivió bajo diferentes formas y cada vez con más adornos) y la estola fueron adoptadas por la Iglesia cristiana. La mujer llevaba una túnica larga que en principio era de lana y más tarde pasó a ser de algodón e incluso de seda, cada vez más sofisticada y recargada, y sobre ella, la estola drapeada cubriendo cabeza y cuerpo.
En el Imperio romano (excepto en la ciudad de Roma, donde estaban prohibidas por ley) se adoptó el uso de las calzas que utilizaron los pueblos conquistados del norte de Europa para protegerse del frío y como parte del atuendo militar. En esta época también se introdujeron los pantalones, prenda procedente del norte de Europa.

medas y persas

Los primeros vestidos conocidos de las zonas más frías del mundo mediterráneo son los de los medas (612 a.C.) y persas (539 a.C.). Los persas llevaban calzones o pantalones con una túnica abierta sujeta con un cinturón. Estas prendas muy ajustadas, tal vez debido al pequeño tamaño de las pieles disponibles, eran llevadas por hombres y mujeres y siguieron utilizándose incluso después de la invasión del Imperio persa por los medas. Estos vestían trajes largos y amplios con mangas de boca ancha. El vestido color púrpura lo utilizó por primera vez en Persia la clase sacerdotal. Los trajes de los sacerdotes también reflejan la influencia de los pueblos conquistados de Mesopotamia, especialmente en cuanto al uso de telas rectangulares con borlas en las esquinas. Los persas también introdujeron en Occidente el gorro frigio de fieltro, a menudo con orejeras. Este tipo de prenda estuvo de moda por última vez en el siglo XVIII durante la Revolución Francesa con el nombre de "gorro de la libertad".
El estudio de la historia del vestido resulta de gran interés. Así, por ejemplo, en el Imperio romano el color púrpura se convirtió en el distintivo de senadores y emperadores y más tarde fue exclusivo de los trajes reales. La tradición de Oriente Próximo de ocultar la cara de la mujer tras un velo tiene su origen en una ley asiria del 1200 a.C. El traje tradicional del Imperio otomano y los vestidos clásicos de los árabes descienden de forma directa de los estilos del mundo antiguo.

Mesopotamia

Los primeros trajes sirios y fenicios, que han llegado hasta nosotros a través de las esculturas, evolucionaron en paralelo con el kalasaris del antiguo Egipto. Hombres y mujeres llevaban una gran pieza rectangular de tela, con una profusa ornamentación, que se envolvía alrededor del cuerpo y se sujetaba al hombro. Esta forma rectangular básica perduró durante muchos siglos, aunque existieron algunos modelos que llevaban aberturas para la cabeza y un brazo. La saya corta representada en algunas esculturas recuerda a la de los egipcios. Más al norte se llevaban prendas más complicadas y ajustadas al cuerpo, y mantos y sayas cortas anudadas a la cintura. También se utilizaba el cuero en el traje militar, posiblemente como protección. Los hebreos, asirios y babilonios vestían una especie de camisa hasta los pies cubierta por un manto o una prenda exterior semejante al kalasaris. Estas prendas, de aspecto rígido, estaban adornadas con flecos y borlas en los bordes y presentaban esquinas rectangulares o redondeadas. Una prenda exclusiva de Babilonia (hoy Irak) era el traje sacerdotal confeccionado con un gran triángulo de tela que se colocaba de forma que el borde con flecos quedaba en diagonal a lo largo del cuerpo y recordaba en cierta manera a un zigurat con rampas en espiral.

lunes, 6 de junio de 2011

Creta


Traje masculino El taparrabo, llevado generalmente en las Cícladas, es de corte y de materias muy distintas: tela ligera, tejido espeso o incluso cuero. Unas veces rodea las piernas formando una falda corta; otras veces, fuertemente sesgado en las caderas, cae en dos delantales. El taparrabo de ceremonia a menudo está abigarrado con una faja que, tiesa a causa de las presillas y los adornos, desciende oblicuamente hasta el nivel de las rodillas. En el continente se superpone o se reemplaza por un calzón cortó, a menudo adornado con un grueso ribete, fijado en el talle por un cinturón fuertemente apretado, que puede estar constituido por cintas recamadas que forman sobre las caderas grandes cascarones tiesos. Generalmente el torso está desnudo, excepto en las escenas religiosas, en que se cubre con una especie de casaca imbricada. A veces se encuentra, echada sobre los hombros, una capa de piel de animal.
Sobre los cabellos largos, se colocan gorros de lana y un gran sombrero plano y redondo, cuya forma recuerda la del petaso griego.
La mayor parte del tiempo los hombres llevan unos borceguíes muy altos, especie de medias botas que suben hasta las pantorrillas, de cuero blanco o gamuza y otros, de cuero rojo, están provistos de correas dando siete vueltas a la pierna. En el interior de las casas y de los santuarios se iba descalzo.

Traje femenino El abigarramiento de los tejidos, la riqueza de los adornos (pliegues, ahuecados, bordados y pasamanerías multicolores) son los caracteres dominantes de esta indumentaria cuyo parentesco con el traje occidental moderno debe resaltarse.
La falda, sujeta con el cinturón y ceñida en las caderas, unas veces es atiesada con aros de metal, otras veces extendida sobre un cono formado por varillas de junco. Si se estrecha en los bajos, está cortada en una tela lisa y separada por galones en veinte bandas horizontales; los volantes caracterizan la civilización minoica: primero, todos son iguales y después, cada vez más estrechos y finalmente, aparecen el fondo de la falda en medio de ellos. Esta última a menudo se cubre con un delantal.
El corpiño, abierto hasta el talle, no disimula el pecho y se ata debajo de los senos y a veces se compone de una camisola transparente sobre la que se ensarta un corto bolero. Los antebrazos están siempre desnudos y las mangas son, unas veces, ceñidas, y otras veces, ahuecadas.
Para montar en carro, se envuelven en una capa larga parecida a la de los hombres; en otras circunstancias, se echan sobre los hombros una, esclavina de piel.
Capotes, “bretones”, “marqueses” adornados con rosetones se colocan sobre los largos cabellos y a veces prefieren para ellos un enorme tocado en forma de cuerno.
El calzado es parecido al de los hombres; pero la mujer, que se queda más en casa, se calza con mucha menos frecuencia.
Las joyas son muy lujosas: anillos, pulseras y collares llevan indistintamente hombres y mujeres, que usan, además, alfileres para los cabellos, espirales en filigrana de oro que se mezclan con los rizos, anillos de oro por los que se pasan las trenzas, diademas y pendientes

Egipto


El vestido básico de los antiguos egipcios era una especie de saya corta de tela alrededor de las caderas y sujeta en la cintura con un cíngulo o cinturón. Un manto, derivado posiblemente de una capa de piel, cubría los hombros. Durante una época se llevó una prenda larga denominada kalasaris que el hombre llevaba como falda sujeta en la cintura y la mujer sujeta al pecho con una tira o como traje largo a veces con mangas. El kalasaris y el manto (con diferentes formas, tejidos y formas de drapeado) se convirtió en el atuendo clásico de los antiguos egipcios. El pueblo llevaba un modelo más corto para trabajar, mientras que los nobles, los sacerdotes y los miembros de la familia real llevaban un modelo más largo que con el tiempo se fue haciendo cada vez más sofisticado en cuanto a pliegues y drapeados. La saya solo sobrevivió como atuendo de ceremonia.

El origen

En todas las culturas desde el principio de los tiempos el hombre necesitó utilizar vestimentas que cubrieran su cuerpo.
En términos estrictos, la vestimenta se refiere al conjunto de prendas o atuendos personales.
El clima y el tiempo condicionaron a las primeras civilizaciones a buscar telas o materiales funcionales a sus necesidades. El vivir en continuo contacto con la naturaleza y no poseer refugio adecuado obligaron a buscar prendas y materiales óptimos.
En la evolución de la vestimenta han influido diferentes estilos y modas, materiales y tecnologías, códigos sexuales y posición social, migraciones y tradiciones.
Dependiendo de la zona geográfica y de las estaciones del año, la vestimenta de los hombres y mujeres varía. Por ejemplo en las zonas más calurosas se utiliza ropa suelta, como en los países árabes, donde podemos encontrar túnicas al igual que en los países africanos. Por otra parte en aquellos climas fríos se usan telas más gruesas y materiales que permitan conservar el calor corporal.